Cortázar radicó en Francia, pero, eso no le impidió para ser
considerado dentro del ‘Boom’ literario de América Latina, porque su estilo, su
forma de escribir son espléndidas, su manejo del lenguaje y los cambios bruscos
dentro de la propia historia, hacen de sus novelas, libros infaltables dentro
de la biblioteca.
Cuando conocí a Cortázar, fue a través de “Cuentos completos”,
una serie de historias, que transporta al lector en el camino del propio autor
y hace interactuar al leyente, al mismo tiempo al escritor, ya que no sabes lo
que deparará en la siguiente página. Uno de los cuentos que más recuerdo es
cuando el escritor argentino habla de la angustia que sufre un hombre sentado
en un inodoro. Aunque al final demuestra el placer que se siente al terminar la
‘faena’ y pasa a un momento de paz y relajación. Otro buen relato en este libro
es la historia de los problemas que sufre una niña. Hace una narración al
detalle de todas las acciones y lugares. Sin embargo, toda la trama fue sacada
de una noticia policial que se transmitió por televisión. Esos tipos de
relatos, identifican a Cortázar, hacen su carta de identificación y
presentación. No obstante, el mayor de todas las obras del narrador ‘gaucho’,
personalmente es “Rayuela”, genial novela, creo que nunca habrá otra obra como
esta; además, nadie se atrevería a escribir de la misma forma, ya que utiliza
el anticlímax, hace de la novela, un laberinto por donde transita el lector,
buscando incansablemente la salida, pero, es muy difícil encontrarla.
"Cortázar vivirá eternamente
sumergido en sus libros"
A Cortázar también se
le conoce por su temperamento, ha tenido discrepancias con algunas ideas con
otros escritores, uno de ellos fue el peruano, José María Arguedas. Ambos
tuvieron puntos de vista diferentes en cuanto al concepto de patriotismo. Para
el argentino, ser considerado patriota, era no estar en tu ciudad, tenías que
estar necesariamente fuera de tu país
para entenderlo, y se disgustó con aquellos inmersos en su lugar de origen, enaltecían
a su pueblo. Mientras que Arguedas se apenó por la necesidad de viajar a Europa
para sentirte orgulloso de tu nación, ya que él recorrió los lugares más
recónditos del Perú y conoció culturas olvidadas y en extinción, siendo el
mayor defensor de la cultura andina en su país, un estado que dejó de lado a
los indígenas y los discriminaba por su color y por su condición social, por
ello, Arguedas es considerado dentro de la corriente indigenista que surgió en
el Perú. Además es calificado como el mejor escritor peruano- eso lo dejo a
criterio de cada uno-, de toda esta controversia quien tuvo la peor parte fue
el escritor peruano. Debido a sus depresiones constantes, Arguedas terminó suicidándose,
quizás no sea por la discusión con Cortázar, pero fue un detonante que lo llevó
nuevamente por ese camino sombrío que le exigía la muerte como única
alternativa.
A pesar de los distintos altercados que tuvo el literato
argentino, nada ensombrece su talento para la narración, ese que a pesar de los
años, las nuevas generaciones se siguen deleitando con sus novelas, por lo que
él nunca morirá sino que vivirá eternamente, sumergido en sus libros.
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