El país se encuentra en uno de los mejores momentos en cuanto a gastronomía se refiere, con múltiples restaurantes en el extranjero, que enamoran con su peculiar sabor y variedad. Con un apogeo y admiración a nivel internacional sobre la comida peruana, se considera al ceviche como la “comida bandera”, aunque no comparto esta denominación al ceviche, creo que es imprescindible este platillo en el verano.
Disfrutar de un buen ceviche, teniendo al mar en frente,
escuchando el sonido de las olas romperse al llegar a la orilla, con la alegría
de los niños en la arena, la algarabía de los jóvenes y adultos, el silbato de
los heladores anunciando su llegada; es uno de los más grandes placeres que he
podido satisfacer. Sin embargo, qué
sería del ceviche-además del pescado- sin sus demás componentes, como las coloridas
cebolla, el jugoso limón peruano, el infaltable camote, la noble lechuga, las
crocantes canchas serranas, el suave
sabor del choclo y sal, el ají y rocoto, elementos inseparables de este
platillo. Luego de la elaboración del potaje, llega lo bueno, el gozo de
entregarnos ante tamaña obra artística y disfrutarla a más no poder; sentir la
suavidad del pescado en la boca, mezclado con el limón y el rocoto, que remueve
el calor en nuestro interior, acompañado de la cebolla, cortado con finura y
maestría; pero siempre con el yuyo, eso que hace sentirnos cerca al mar. Al
final de aplacar nuestro placer, no hay nada como el jugo que se concentra al
fondo del plato, para culminar una experiencia maravillosa, si bien beber el
jugo viene a hacer efímero, es sorprendente.
Enero, Febrero, es el periodo de playas, sobre todo las que
se ubican al sur de la capital, un lugar que se pinta de gente en estos dos
meses, pero que después se sumerge en el olvido, sin embargo, el ceviche es el
lazo que une a los demás, ahogando a todo el mundo en la alegría y diversión.
Aunque soy de las personas que de alguna forma detesta el calor, debo de
confesar que me agrada mucho envolverme en la sabrosura y frescura del ceviche
a orillas del mar, acompañado de una buena bebida bien helada y con unos buenos
amigos o la familia al lado.
El verano ya empezó, la urbe limeña se dirige a disfrutar de
las playas del sur, el calor llega hasta los 30 grados centígrados, muchos ya
se endulzan con helados, raspadillas y cremoladas. En las calles se aprecian
diminutas prendas, hay desenfreno y diversión en las noches. En cada esquina se
ve cocinas hechas de forma espontánea, elaborando de diferentes formas los
suculentos potajes. No importa, finalmente, en qué lugar encuentras el ceviche,
lo importante, es descubrir el lugar indicado para disfrutar de un pescado
envuelto en las mejores especias para culminar un día agotador.
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